martes, 19 de abril de 2011

Me sentí como Spiderman cuando..

... una mañana me levanté de la cama y descubrí que estaba unida por un fino hilo de lana negra que me salía del esternón a la mesa camilla del vecino de enfrente. La enrejada telaraña se había abierto paso a través del tendero comunitario del edificio y había construido una tremenda fortaleza en la terraza. Me asomé por la ventana, intentando hacerme un hueco entre los hilos que me tenían presa y lo vi, mis vecinos estaban colgando boca abajo cogidos de los pies por el laberíntico hilo arácnido que había ido surgiendo de mi esternón. Escuchaba los jugos gástricos de sus estómagos, que retumbaban en mis oídos como enormes cataratas, era de esperar, mi sentido arácnido había entrado en escena. Entonces me restregué los ojos con las manos para comprobar que estaba realmente despierta ante tal horrible espectáculo y de pronto sentí como las cuencas de mis ojos pretendían salírseme de sus órbitas. Mis manos estaban llenas de ventosas gelatinosas que a punto estuvieron de sacarme los ojos. Con cuidado despegué mis manos aventosadas de mis ojos y la bombilla de la mesa camilla del cuarto del vecino de enfrente se encendió de repente, había tenido una idea, conseguí dar con la acción que resolvería la actual situación caótica en la que se veía envuelto el vecindario y, por supuestísimo, sería nombrada la presidenta de la escalera, faltaría más... En fin, cogí el hilo que salía directamente de mi esternón y comencé a hacer un ovillo tal y como había visto de pequeña que hacía mi abuela antes de comenzar a tejer y comencé a enrollar el hilo arácnido en él, el ruido de los jugos gástricos de los vecinos iba en aumento, comenzaban a tener hambre, la terrible situación podía acabar en un desastre fatal, así que me apresuré a enredar lo más rápido que pude el hilo mientras que combatía ferozmente contra las ventosas de mis manos que impedían la rápida ejecución de mi trepidante hazaña heroica pero al final lo conseguí, cada vecino fue devuelto a su casa sano y salvo. Y fue así como fui proclamada la presidenta de la escalera tras mi heroica intervención de salvamento masivo.
Cuando miro atrás aún recuerdo aquel rugir de tripas que me dio fuerzas en todo momento para combatir contra el crimen desorganizado de mis sentidos arácnidos.
¡Buff! Esto de ser héroe tiene sus achaques...

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