martes, 4 de junio de 2013

Fin de carrera



Se acabaron los exámenes y con un poco de suerte también la carrera. Después de cuatro años ya sólo me queda colgar un póster en la pared para mostrar mi trabajo fin de grado.
Entré en la carrera sin saber muy bien por qué, con una niña de un año en brazos, mi titulación superior de Artes Gráficas y sin trabajo. Termino, tras cuatro años de Grado, con una niña de cinco años y un bebé de dos, y con unas expectativas profesionales y personales muy superiores a las que tenía antes de la carrera. Sin embargo, el entorno que me rodea en cuanto al empleo no es muy optimista. Pero no me importa, me siento bien porque he conseguido mi objetivo y me he formado en muchos más aspectos que aquellos que se refieren a contenidos y datos. 


He desarrollado y mejorado mi capacidad de esfuerzo, mi nivel de implicación y compromiso con lo que hago, he perfeccionado y aprendido nuevas y mejores estrategias de trabajo en equipo, de concreción a la hora de realizar cualquier tipo de proceso, ahora sé y puedo hablar en público, he aprendido a respaldar y fundamentar mi pensamiento desde una perspectiva crítica y realista. He adquirido autonomía, responsabilidad y voluntad ante mi propio trabajo y respeto hacia el de los demás.


Hoy día oiréis mucho eso de que no sirve de nada tener una carrera, es cierto que no es imprescindible, y que el tenerla no te hace mejor ni peor persona ni te garantiza un puesto profesional o una vida más importante que el que sí la tiene, en eso estoy totalmente de acuerdo. Pero, si alguna vez te has planteado proseguir con tus estudios, alcanzar ese título o aprender, sobre todo aprender, sobre algo que te fascina, sobre lo que te gustaría saber, hacer o conocer, no dudes en hacerlo, en intentar desarrollar todo tu potencial, que lo tienes, está ahí, y lo sabes. Porque haciéndolo no sólo te llevarás contigo ese saber sino la satisfacción de haber sacado de ti mismo muchas más cosas que a lo mejor no sabías ni que estaban ahí. Porque la constancia, el poder de decisión, la fuerza de voluntad, la motivación y muchísimas cosas más están en el interior de cada uno y lo bonito de la educación no es otra cosa que el tener la oportunidad de sacarlas fuera, cueste lo que cueste y aunque en muchas ocasiones los demás no comprendan el por qué lo haces o te juzguen por ello. Sí, se puede, y yo, como tantos otros antes y a la misma vez que yo, en circunstancias no tan favorables como sería lo ideal lo hemos demostrado. 




Reflexiones de una "pedagoga" en ciernes.
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